Comentario
De cómo el gobernador llevó a la entrada cuatrocientos hombres
A esta sazón ya todas las cosas necesarias para seguir la entrada y descubrimiento estaban aparejadas y puestas a punto, y los diez bergantines cargados de bastimentos y otras municiones; por lo cual el gobernador mandó señalar y escoger cuatrocientos hombres arcabuceros y ballesteros para que fuesen en el viaje, y la mitad de ellos se embarcaron en los bergantiles, y los otros, con doce de caballo, fueron por tierra cerca del río hasta que fuesen en el puerto que dicen de Guaviaño, yendo siempre la gente por los pueblos y lugares de los indios guaraníes, nuestros amigos, porque por allí era mejor; embarcaron los caballos, y porque no se detuviesen en los navíos esperándolos, los mandó partir ocho días antes, por que fuesen manteniéndose por tierra y no gastasen tanto manteniemiento por el río, y fue con ellos el factor Pedro Dorantes y el contador Felipe de Cáceres, y dende a ocho días adelante el gobernador se embarcó, después de haber dejado por su lugarteniente de capitán general a Juan de Salazar de Espinosa, para que en nombre de Su Majestad sustentase y gobernase en paz y justicia aquella tierra, y quedando en ella doscientos y tantos hombres de guerra, arcabuceros y ballesteros, y todo lo necesario que era menester para la guarda de ella; y seis de caballo entre ellos; y día de Nuestra Señora de Septiembre, dejó hecha la iglesia, muy buena, que el gobernador trabajó con su persona en ella siempre, que se había quemado. Partió del puerto con los diez bergantines y ciento veinte canoas, y llevaban mil y doscientos indios en ella, todos hombres de guerra, que parecían extrañamente bien verlos ir navegando en ellas, con tanta munición de arcos y flechas; iban muy pintados, con muchos penachos y plumería, con muchas planchas de metal en la frente, muy lucias, que cuando les daba el sol resplandecían mucho, y se dicen ellos que las traen porque aquel resplandor quita la vista a sus enemigos, y van con la mayor grita y placer del mundo; y cuando el gobernador partió de la ciudad, dejó mandado al capitán Salazar que, con la mayor diligencia que pudiese hiciese dar priesa, y que se acabase de hacer la carabela que él mandó hacer, porque estuviese hecha para cuando volviese de la entrada, y pudiese dar con ella aviso a Su Majestad de la entrada y de todo lo sucedido en la tierra, y para ello dejó todo recaudo muy cumplidamente, y con buen tiempo llegó al puerto de Tapua, a do vinieron los principales a recebir al gobernador; y él les dijo cómo iba en descubrimiento de la tierra, por lo cual les rogaba, y de parte de Su Majestad les mandaba, que por su parte estuviesen siempre en paz, y así lo procurasen siempre estar con toda concordia y amistad, como siempre lo habían estado; y haciéndolo así, el gobernador les prometían de les hacer siempre buenos tratamientos y les aprovechar, como siempre lo había hecho; y luego les dio y repartió a ellos y a sus hijos y parientes muchos rescates de lo que llevaba, graciosamente, sin ningún interés; y ansí, quedaron contentos y alegres.